viernes, 17 de agosto de 2012
The living matrix
Mira este filme y lo sabrás.
Documental: The Living Matrix (idioma inglés)
viernes, 14 de octubre de 2011
Sobre las frecuencias vibratorias
De http://medicinacuantica.net/
La frecuencia puede definirse como el número de ciclos idénticos de un fenómeno por unidad de tiempo. Y así la frecuencia respiratoria se refiere al número de ciclos respiratorios por minuto. Si una emisora emite a una frecuencia de 105,8 un programa en el que interviene nuestro cantante preferido, es necesario sintonizar con esa frecuencia para poder oírlo. Si lo hacemos un poco antes o después no podremos escuchar la entrevista. Lo mismo pasa con la salud o la enfermedad.
Cada pensamiento, cada sentimiento, cada emoción que tenemos vibran a una determinada frecuencia que podemos comparar con una emisora. Podemos comparar nuestro cerebro con un instrumento de retransmisión, como una radio que capta lo que difunde la emisora que sintonizamos al elegir la frecuencia.
Supongamos que una de tus vecinas va a tu casa y te dice: “tienes suerte, cada vez que vengo oigo melodías agradables en tu radio. En mi casa no escucho mas que malas noticias que me preocupan y una música que me vuelve loca”. ¿Le responderías que tiene razón, que tienes suerte y ella no? Por supuesto que no, porque sabes muy bien que la suerte no tiene nada que ver con esto. Más bien le dirías: “No tienes mas que cambiar de emisora o de frecuencia.
ENFERMAR, SENTIRSE DESGRACIADO O ENCONTRARSE EN UNA SITUACIÓN DESAGRADABLE NO ES CUESTIÓN DE MALA SUERTE NI UNA CASUALIDAD O UN CASTIGO DIVINO. NO ES MAS QUE SINTONIZARSE CON DETERMINADA FRECUENCIA.
Solo hay que cambiar de una frecuencia negativa a otra positiva para que el malestar, el dolor o la enfermedad desaparezca, para transformar una situación difícil o para mejorar nuestra relación con los demás.
Veamos un ejemplo: contrato el servicio de una empresa de mudanzas especializada en el transporte de instrumentos musicales para que trasladen mi piano lacad en negro. Durante el trayecto uno de los empleados realiza una falsa maniobra que hace que el piano se desnivele y se raye en un lado. Yo me enfado muchísimo y la emprendo con el responsable de la empresa exigiéndole una reparación. Estoy enfadado y triste a la vez ya que este piano era de mi padre. Esta emoción me ha dejado sin energía. Al día siguiente aparece en mi labio una calentura además de una erupción de granos en el brazo.
La empresa lleva el piano a un taller de restauración que lo deja como nuevo. Ya no tengo ninguna razón para seguir enfadada e incluso aprecio el servicio que me han ofrecido pensando que son cosas que pasan. Los granos y la calentura desaparecen y recupero mi energía. YA NO ESTOY EN LA FRECUENCIA DEL ENFADO. Por consiguiente las frecuencias vibratorias pueden ser altas o bajas: las altas están relacionadas con la salud, el bienestar, la armonía y la felicidad. Y las bajas dan como resultado el malestar, sufrimiento y enfermedad. De hecho sería mejor utilizar los términos de “armonía” y “equilibrio” para definir el estado de salud y “falta de armonía” y “desequilibrio” para expresar lo que llamamos malestar o enfermedad. La curación no es más que volver al estado de armonía y equilibrio.
PERO RECUERDA QUE ERES LIBRE DE SINTONIZAR CON UNA U OTRA FRECUENCIA. Al conocer el funcionamiento de las frecuencias vibratorias, podemos comprender cómo damos lugar a tal o cual enfermedad. Lo mismo sucede con los acontecimientos que vivimos en nuestra vida. Las frecuencias vibratorias existen en nuestras vidas con una función de continuidad: cambian pues de un momento a otro siguiendo una cadena. Si pensamos en nuestra vida, ¿no es una sucesión –cadena- de acontecimientos agradables y desagradables?
La Metamedicina se interesa en algo más que la curación del cuerpo físico de la persona, pues se centra en la asimilación de la lección que la persona afectada debe aprender para su evolución.
Ahora disponemos de una buena visión de la primera parte de la ley de la responsabilidad que consiste en aceptar que nada es fruto del azar. Todo tiene su razón de ser, y SEGÚN LAS FRECUENCIAS VIBRATORIAS ENGENDRADAS POR NUESTROS PENSAMIENTOS, CREENCIAS, SENTIMIENTOS, EMOCIONES ASÍ COMO LAS PALABRAS QUE PRONUNCIAMOS Y LAS LECCIONES QUE TENEMOS QUE INTEGRAR, ENCONTRAREMOS EN EL MUNDO LOS ACONTECIMIENTOS O LAS CIRCUNSTANCIAS QUE LE CORRESPONDEN.
Una vez asimilada esta primera parte, no podemos sentirnos ya víctimas y decir: “No es mi culpa”, “no he tenido suerte”. Tampoco podemos actuar como abogados que buscan un culpable al que acusar: “Mis úlceras de estómago son por su culpa, él escucha siempre las noticias y esto me angustia”. “Es él o ella quien ha provocado mi enfado”. “Mi padre ha destruido mi vida”. “Mi madre nunca me ha querido, por eso no puedo ser feliz”.
Con la ley de la responsabilidad, ya no hay víctimas ni verdugos. Por consiguiente no puedes acusar a los demás de lo que vives porque ineludiblemente hay algo en ti que te hace reaccionar de esa manera o lleva al otro a tratarte así. El otro no es más que un espejo en el que nos miramos. Uno puede rechazar su furia y otro expresarla con violencia pero ambos están presos en ella.
Esto no significa que tengamos que permitir que un niño soporte malos tratos de su padre, ni dejar que los que sufren expresen su violencia sin reaccionar, ni que los genocidas aniquilen a su pueblo. No solo tenemos una responsabilidad individual respecto a nuestra salud y felicidad, también tenemos una responsabilidad colectiva.
Una historia cuenta que un día el cerebro, el pulmón y el corazón discutían para saber cuál de ellos era más importante. El cerebro decía: “soy yo porque doy las órdenes”. Los pulmones replicaron: “Sin aire no puedes funcionar, por tanto, yo soy más importante". El corazón dijo: “Sin mí, tu aire no circularía y ambos os asfixiaríais”. El ano al oírles discutir se cerró y les dijo: “Cuando os hayáis puesto de acuerdo, me abriré.”
Este pequeño cuento nos demuestra que un organismo es primero y ante todo un conjunto de componentes y que si uno de los órganos está afectado, repercutirá en el resto del organismo. Si vivimos en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno, nuestro cuerpo lo reflejará con un estado físico en el que todas nuestras células colaborarán armónicamente. De este modo llegamos a la conclusión de que nos corresponde a nosotros mismos responsabilizarnos de nuestra salud y nuestra felicidad.
Si reconocemos que hemos creado tal o cual situación o hemos atraído determinado acontecimiento a nuestra vida y pensamos que este acontecimiento no “es correcto” o que es malo, esto no puede más que llevarnos a adoptar una actitud reprobatoria o un sentimiento de culpabilidad. Sin embargo si comprendemos que son nuestras actitudes las que han dado lugar a esos acontecimientos, podremos aceptar éstos sin culpabilizarnos, porque esos acontecimientos están relacionados directamente con las lecciones que debemos integrar en nuestra evolución.
Esta segunda parte de la ley se basa en el reconocimiento de que la situación creada o el acontecimiento vivido eran necesarios para nuestro camino evolutivo.
Es lo mismo que decir que, cualquier cosa que hayamos vivido, cualquiera que sea la enfermedad que nos afecta o el trágico suceso que hayamos sufrido, lo necesitábamos para asimilar lecciones esenciales para nuestra evolución. En las lecciones de vida que tenemos que integrar todo es perfecto, aunque a menudo únicamente lo vemos retrospectivamente o en la distancia.
Admitirlo nos hace adquirir mucha más flexibilidad ante las situaciones que encontramos en la vida o ante las personas que tratamos. Reconoce que todo es perfecto no significa abdicar, abandonarse o no reaccionar. Al contrario es actuar con responsabilidad en lugar de elegir la vía de la rebelión o de la abdicación. Abdicar es cruzarse de brazos y creernos cometidos a una fatalidad de la que no podemos escapar.
POR EL CONTRARIO ACTUAR CON RESPONSABILIDAD ES:
Reconocer que somos los creadores de nuestra vida.
Intentar comprender la razón de este desequilibrio y la lección que debemos asimilar.
Pasar a la acción para recuperar la armonía
Esta actitud aumentará tu bienestar a la vez que progresas en tu camino evolutivo.
FUENTE: Extracto del primer capítulo de Metamedicina de Claudia Rainville
miércoles, 3 de agosto de 2011
¿Y en realidad de qué se trata una sesión de medicina cuántica?
A veces nos da un poco de miedo probar terapias alternativas porque no sabemos de qué trata, qué se siente o qué podemos esperar de los resultados.
Además de la explicación inicial sobre el funcionamiento de la máquina con la que trabajamos, la gente quiere saber cómo es una sesión concretamente.
La primera sesión nos concentramos en conocerte. Te preguntamos tus datos personales y algunos otros como tu estilo de alimentación, antecedentes médicos y tu percepción sobre tu propia salud.
Después realizamos varias evaluaciones. Para ello te habremos colocado ya los arneses en los tobillos, las muñecas y en la frente. La primera evaluación se llama Reactividad. Es una prueba en la que comprobamos tu reacción frente a 7 mil reactivos distintos, entre los que están posibles enfermedades, órganos, emociones, meridianos de acupuntura, alergias, etc. Esta evaluación nos sugiere otro programa para trabajar con tu salud que nos indica cuáles pueden ser las causas de tus desequilibrios energéticos. Podría sugerirnos, por ejemplo, predisposiciones genéticas, problemas funcionales en órganos específicos, orígenes emocionales inconscientes, entre otros.
Mientras escaneamos tu cuerpo y luego retroalimentamos con energía, es probable que no sientas nada. Debido a que la energía es sutil, la mayoría de las personas no reportan sensaciones. Lo más común es que se sientan relajados y somnolientos durante la sesión.
Algunas personas con mayor sensibilidad nos reportan sensaciones de calor u hormigueo en partes específicas del cuerpo. A otros les afloran emociones o recuerdos. No hay ninguna sensación correcta ni generalizable.
Para poder conectar más con aquellos que comparten con nosotros, generalmente charlamos mientras aplicamos la terapia cuántica. La energía está surtiendo efecto de cualquier manera, pero nos sirve para saber qué es lo más adecuado para cada persona y poder ofrecerle también posibilidades de crecimiento además de la sanación.
La terapia se muestra muy eficaz para aliviar dolor, porque como dijimos, promueve la relajación en primera instancia. Además, aquellas personas que sienten dolor son las más susceptibles de observar los efectos, puesto que disminuye notablemente o desaparece casi de inmediato.
Cuando no hay síntomas manifiestos, es difícil notar los cambios en las frecuencias energéticas sobre el propio cuerpo. Así que nos enfocamos en que las personas relacionen el desequilibrio con sus vidas, con sus emociones y con la enfermedad como símbolo de algún trastorno inconciente.
También evaluamos emociones, algunas de ellas inconcientes. Nuestros clientes siempre se sorprenden mucho con la precisión de las mediciones. Esto nos da la pauta para entender la conexión entre las posibles afecciones físicas y el estado mental de la persona.
Nosotros creemos que no hay forma de separar cuerpo, mente y espíritu. Por eso, en cada sesión atenderemos estos tres aspectos de ti. Algunas personas se preocupan más por un aspecto que por otro y por eso se nos revelan desequilibrados en las evaluaciones. El objetivo de la terapia cuántica es ayudarte a conseguir el equilibrio y para eso incidimos en las distintas partes que te conforman.
¿Y qué pasa después? Dependiendo del desequilibrio, determinaremos la periodicidad y cantidad de sesiones. Pueden ser semanales o quincenales y serán de 6 a 10 sesiones aproximadamente. Durante los días subsecuentes puede que sientas mejoría en el ánimo, mayor energía vital o relajación.
Otro resultado interesante que reportan algunas personas, es que logran comprender asuntos que traían atorados gracias a algunos datos que revelan nuestras evaluaciones. Con ello, resuelven temas que derivan en la sanación de la enfermedad en el cuerpo.
¿Quién obtiene los mejores resultados? Eso depende de muchos factores, pero sobre todo depende del nivel de compromiso que tengas contigo mismo. Para nosotros, sanar es un acto de voluntad, no un remedio que viene de fuera. El trabajo de crecer como seres humanos no se acaba en 6 sesiones de terapia cuántica, sino que es un camino constante e inacabable de autoconocimiento. Nosotros sólo podemos acompañarte un tramo del camino. El resto es tu decisión.
lunes, 5 de julio de 2010
Cómo las Emociones Afectan al ADN
sábado, 20 de febrero de 2010
El estrés mata
Continuamente escuchamos que el estrés es la causa de muchas de las enfermedades. Sabemos que por el estrés vivimos más irritables, frustrados o deprimidos, pero no reparamos en los efectos orgánicos del estrés sino hasta que se manifiesta una enfermedad en el cuerpo.
¿Cómo funcionan los mecanismos del estrés? En términos muy básicos, el estrés es indispensable para el funcionamiento del cuerpo. La tensión orgánica regula los estado de alerta o reposo del cuerpo, es decir, lo prepara para responder a distintas circunstancias o estímulos del ambiente. Las señales de alerta en el cuerpo deben activarse para asegurar la supervivencia y deberían apagarse una vez pasada la amenaza.
El problema es que en nuestro estilo de vida actual pareciera como si viviéramos todo el tiempo bajo amenaza. En estricto sentido, la mayoría de los estímulos no amenazan nuestra vida, pero nosotros los sentimos así. Llegar temprano al trabajo, cumplir con el presupuesto de ventas, entregar el trabajo en la fecha límite, terminar todos los pendientes del día, llevar a los niños al colegio, pagar las cuentas… Todas esas actividades parecen y se convierten en un asunto de vida o muerte. Así que nuestro cuerpo responde como le ordenamos: todo el tiempo tenso y a la defensiva.
Uno de los primeros experimentos sobre estrés lo realizó el Dr. Hans Seyle en 1936. En realidad, Seyle estaba buscando otras cosas en sus experimentos cuando dio por casualidad con la idea del Síndrome de Adaptación General. Se trata de la respuesta del organismo a los estímulos estresantes, que pasa por tres etapas: la primera es la “señal de alarma”. Después de esta etapa de excitación, se construye una resistencia, para sobrevivir a la primera. Si el estrés continúa, sucede la tercera etapa, que es el agotamiento, que implica un deterioro importante del organismo al continuar su proceso de desgaste en la etapa de resistencia.
Lo que sucede a nivel físico es en primer lugar que las glándulas tratan de adaptarse a las demandas del estrés. Segregan hormonas en exceso para mantener el cuerpo en funciones. En un primer momento, lo consiguen, pero a la larga el mecanismo de defensa se descompone. Entonces, aparecen distintas enfermedades, como las del corazón, la artritis, la tensión arterial, úlceras. Así que aparentemente la causa de la enfermedad es una infección, una intoxicación, agotamiento nervioso, etc., pero lo que Selye proponía es que quizá fuera más bien un desarreglo del mecanismo de adaptación hormonal.
Sus experimentos con ratas, demostraron que sometidas a ciertas condiciones estresantes, desarrollaban los mismos síntomas de deterioro físico. Selye se preguntaba si era posible que los resultados finales, es decir, las enfermedades, fueran expresiones de la tensión orgánica.
Descubrió después que la pituitaria y las glándulas suprarrenales eran la clave. Son estas glándulas las que emiten la señal de alarma y envían hormonas al resto del cuerpo (y señales entre ellas). Si las tensiones seguían, después de la alarma venía la adaptación y el animal se acostumbraba a vivir en estado de tensión. Pero con el tiempo, claro, el mecanismo de defensa se gastaba, el animal enfermaba y moría.
Los paralelos entre lo que Seyle observó en sus ratas y lo que hemos notado en nosotros, los humanos, es notable. Bajo las tensiones del trabajo, la fatiga, las preocupaciones, los padecimientos crónicos, muchas personas parecen pasar la vida bastante bien, al menos por un tiempo. Eventualmente, la tensión hará sus estragos, igual que con las ratas.
Ya que los daños físicos tenían que ver con ciertas hormonas, Seyle supuso que la resistencia también tenía que ver con las mismas. En efecto, comprobó que algunas hormonas neutralizan y contrarrestan los efectos de las hormonas generadas en la primera etapa de estrés. Así es como a través de suministrar algunas hormonas al cuerpo puede reestablecerse un equilibrio químico, y las enfermedades se desvanecen.
En nuestros días, todos sabemos que el estrés es sumamente nocivo. No es nada nuevo para nadie, y tampoco los consejos de desaceleración para recuperar la tranquilidad y el bienestar. Pero tampoco es fácil simplemente cambiar de vida de un momento a otro. El truco está en que cada persona pueda encontrar modos de tranquilizarse como le sea posible.
Al menos, es importante que sepamos de cierto que el estrés es un asesino, quizá el mayor de todos los asesinos. La conciencia puede ayudarnos a empezar a tomar cartas sobre el asunto.
Existen diversas alternativas para combatir los efectos del estrés. Puedes acudir a terapias holísticas como la aromaterapia y los masajes relajantes; también puedes atender tus emociones con un psicólogo o un psiquiatra. Algunos encuentran remanso en la práctica de algún deporte o en la convivencia con la naturaleza.
Entre las posibilidades está también la terapia cuántica, que incide directamente en los desequilibrios energéticos, a un nivel incluso más pequeño que el de las células, asistiendo a tu cuerpo para recuperar su armonía. Ayudamos a tu organismo a recordar su estado original de bienestar, pero de la memoria de las células y su inteligencia, hablaremos más adelante…
Referencias:
- J. D. Ratcliff, en El cuerpo humano, Ediciones Selecciones del Reader’s Digest
jueves, 11 de febrero de 2010
¿Padeces migraña? ¿Quieres conocer las posibles causas de ese padecimiento?
La migraña es un padecimiento muy común que se caracteriza por intensos dolores de cabeza, que pueden durar horas o hasta días. En algunas ocasiones, también se presenta con náuseas, vómito y trastornos visuales y/o auditivos.
Aquellos que padecen migraña saben que algunos alimentos pueden desencadenar el dolor, como el chocolate, quesos, vino tinto, café, entre otros. A ciencia cierta no se sabe qué provoca el padecimiento, pero hasta ahora se sabe que tiene un origen vascular, es decir, que tiene que ver con la dilatación de los vasos cerebrales.
La incidencia de migraña es mucho mayor en las mujeres que en los hombres. ¿Por qué? Tampoco se sabe a ciencia cierta. Entonces, ¿qué sabemos a ciencia cierta?
Lo primero que debemos reconsiderar es justamente ese término: “a ciencia cierta”. Porque a ciencia cierta, no sabemos casi nada. La ciencia, cada día se va renovando y los paradigmas de ayer se convierten en las mentiras de hoy. Así que empecemos por romper los paradigmas de la ciencia “cierta” para explorar otros caminos.
Las enfermedades no tienen únicamente un origen físico. Parecería que así todo sería fácil de explicar, pero justamente lo que pasa cuando vas al médico es que hay un nivel en que ya no hay respuestas. Sabemos que para que la migraña suceda los vasos cerebrales se dilatan. Pero no sabemos qué causa la vasodilatación.
El posible origen emocional de la migraña refiere que las personas que padecen migraña no se conceden el derecho de ser lo que quieren. La persona se siente culpable por atreverse a cuestionar a aquellos que tienen mucha influencia sobre ella. Las personas que sufren migraña son sumamente exigentes consigo mismas, y se conceden poco derecho a relajarse con la forma en que son.
Además, las personas con migraña suelen tener dificultades en su vida sexual porque no están en contacto con su poder creativo, que está simbolizado por los órganos genitales. En la persona que sufre de migraña hay un desplazamiento del instinto a la cabeza. Precisamente el tema de la sexualidad tiene que ver con el instinto primario. El conflicto es entre instinto y pensamiento, entra abajo y arriba, entre bajo vientre y cabeza, y parece que la cabeza se convierte en la puerta de escape para resolver el problema que está localizado en otra parte.
Aquellos que padecen migraña cambian en dos polos extremos sobre la sexualidad: o bien la descartan por completo de su vida o alardean de falta de prejuicios. Si los problemas no se enfrentan desde su propio ámbito se instalan en la cabeza. Quizá por eso sean las mujeres las que más padecen de migraña, puesto que son ellas las que han reprimido su sexualidad en la cultura occidental moderna.
La jaqueca es equivalente a un orgasmo en la cabeza. El proceso es idéntico pero localizado en dos partes distintas: la sangre acude a la zona, hay presión y luego distensión; en el caso de la jaqueca, la dilatación de los vasos sanguíneos.
La sexualidad está también asociada con actividad, vitalidad, agresividad. El enfermo de migraña traslada la actividad a la cabeza y puede pretender sustituir la acción por pensamiento. Puede ser que su ambición y su exigencia sobre sí mismo sobrepase sus actividades y por ello concentra el problema en la cabeza, causando un insoportable dolor. Generalmente, los dolores de cabeza se producen en situaciones en la que nos hallamos sometidos a fuerte presión o cuando una crisis está a punto de desbordarse.
Es necesario que las personas que sufren dolores de cabeza aprendan a escuchar el otro centro de su cuerpo: el corazón. Las personas perfeccionistas y ambiciosas, suelen padecer este tipo de dolores porque sólo atienden a la cabeza y pierden el contacto con la raíz de sí mismos. El pensamiento racional no lo es todo, también importan los sentimientos y los instintos. Desafortunadamente, la cultura en la que vivimos ha privilegiado el pensamiento racional al grado de anular las emociones y la espiritualidad, como si fueran algo de lo que uno debiera deshacerse. El problema es que no puedes simplemente sacudirte esa parte de ti mismo. Más nos vale empezar a escuchar esas otras facetas de nuestro ser humano.
Para los cuadros de enfermedad, precisamente debemos hacer caso a lo que dicen las emociones. Nuestros más profundos sentimientos y necesidades se revelan a través de nuestro cuerpo. La enfermedad es una invitación a escucharnos y a reencontrarnos con nosotros mismos.
Referencias:
- Bourbeau, Lise, Obedece a tu cuerpo, Ed. Sirio.
- Dethlefsen T. & Dahlke R., La enfermedad como camino, Ed. Random House Mondadori
miércoles, 1 de julio de 2009
Soltar la enfermedad
¿En qué medida queremos estar enfermos? Desde la perspectiva metafísica, las enfermedades son la representación de estados psíquicos y de conflictos inconcientes. Así que, voluntariamente nosotros no enfermamos.
Dethlefsen y Dahlke, en el libro La enfermedad como camino, dicen que la enfermedad nos hace sinceros. Esto es, que nos otorga la oportunidad de revelar nuestras necesidades inconcientes y nos pone frente a nosotros aquel tema que hemos preferido dejar en la sombra.
Los hipocondriacos “inventan” enfermedades, decimos. Pero inventarlas no quiere decir que no padezcan su propia creación. Creemos que lo hacen para llamar la atención, para conseguir sus caprichos, para chantajear a otros.
Tómese como ejemplo, la Sra. J. Esta señora vive muy enferma. Padece hipertensión, insomnio, gastritis, contracturas vertebrales, gastritis, alergias varias y cojea de un pie como consecuencia de las lesiones en la columna. La Sra. J toma un montón de pastillas para controlar todas sus afecciones. Sus dos hijos han vivido pendientes de las enfermedades de la madre, que muy frecuentemente recae de alguna de ellas. Ninguna de las enfermedades es mortal si se tienen suficientes cuidados, pero todas ellas por ser crónicas afectan su calidad de vida. Lo interesante de la Sra. J es que parece no querer curarse. De hecho, estar enferma le sirve para chantajear a todo ser humano posible. Los primeros en sufrirlo, por supuesto, son los hijos, a quienes tiene esclavizados a su enfermedad. No podemos decir que las enfermedades no son reales, pero sí podemos preguntarnos en qué medida la enfermedad le conviene. Le es conveniente porque es una forma de ejercer poder y control; porque le permite obtener atenciones que cree que no puede obtener de otro modo; porque la hace el centro de atención de la familia.
Seguramente, conoces algún caso parecido. A veces una enfermedad nos sirve para librarnos de responsabilidades, otras nos sirve para pedirle a otros que nos cuiden, en algunas más nos otorga un pretexto perfecto para continuar o romper con alguna situación. Si es cierto que encontramos alguna función y eficacia en la enfermedad, así sea inconcientemente, entonces estaremos menos dispuestos a curarnos.
Estar enfermo se convierte en una condena, pero en realidad no tiene por qué serlo. No sólo es importante la actitud frente a la enfermedad, con lo que se puede sobrellevar mejor cualquier condición, sino también la capacidad de hacerse consciente de las verdaderas causas de la enfermedad y estar verdaderamente dispuesto a soltarla.
Además de la ayuda que le damos al cuerpo para curarse, con medicamentos, ejercicio, nutrición, y terapias alternativas, también es importante atender nuestras dimensiones emocionales, mentales y espirituales. No es una invitación a una religión, secta, grupo de autoayuda ni consumo de charlatanería. El camino siempre es personal. El proceso varía para cada persona, por sus propias características. Lo que sea adecuado para ti sólo tú puedes elegirlo. Lo importante es que entendamos que no somos sólo en la dimensión física, porque también somos emoción, pensamientos, creencias, relaciones, y atendernos integralmente, implica cuidar y alimentar todos nuestros niveles.
En Cuántum Med Narvarte creemos que no estás condenado a vivir enfermo, que puedes vivir de otra manera. Nos ocupamos de ayudarte a combatir el estrés, y de proponerte la conciencia de ti mismo y de los mensajes que la enfermedad te otorga como posibilidad de crecimiento.
Queremos ayudarte a soltar la enfermedad